La gripe

La gripe, también conocida como influenza, es una infección vírica muy contagiosa de las vías respiratorias. Aunque afecta a ambos sexos y a cualquier grupo de edad, los niños tienden a contraerla con mayor frecuencia que los adultos. Además, esta enfermedad es más común durante un período determinado del año que suele ir de noviembre a abril, y la mayoría de los casos se producen entre finales de diciembre y principios de marzo.

La gripe se confunde a menudo con el resfriado común, pero los síntomas suelen ser mucho más fuertes que los típicos estornudos y la nariz tapada de un resfriado. Los síntomas de la gripe pueden incluir: Fiebre, Escalofríos, Dolor de cabeza, Dolor muscular, Mareos, Pérdida de apetito, Cansancio, Tos, Dolor de garganta, Moqueo nasal, Náuseas o vómitos, Debilidad, Dolor de oídos, Diarrea …

La gripe se contagia al propagarse por el aire a través de gotitas infectadas por el virus que se expulsan al toser o estornudar. Las personas que tienen la gripe pueden contagiarla desde el día antes de empezar a sentirse enfermas y hasta que sus síntomas desaparecen (lo que, en los adultos, generalmente ocurre en 1 semana, pero en el caso de los bebés, en hasta 2 semanas). Los virus de la gripe resisten más en ambiente seco y frío. Pueden conservar su capacidad infectiva durante una semana a la temperatura del cuerpo humano, durante 30 días a 0 °C y durante mucho más tiempo a menores temperaturas. Puede ser fácilmente inactivado mediante detergentes o desinfectantes.

Los consejos generales para una persona afectada de gripe son reposo, ingesta abundante de líquidos, evitar el consumo de alcohol y tabaco y un fármaco que alivie los síntomas, como el paracetamol, que siendo antitérmico y también analgésico alivia simultáneamente la fiebre y el dolor. Dado que la gripe es una infección vírica los antibióticos (fármacos antibacterianos, pero inactivos frente a virus) no mejoran el cuadro, salvo que se prescriban por la aparición de una infección bacteriana secundaria, situación en la que suele ser útil la tinción de Gram y un antibiograma para elegir el antibiótico adecuado. No se deben administrar con fines profilácticos (preventivos), pues además de su inutilidad, así se seleccionan cepas microbianas multiresistentes.

Con un ajuste, al restablecer la conexión entre el sistema nervioso y los otros sistemas del cuerpo, la quiropráctica ayuda a fortalecer las defensas del organismo para poder luchar más fácilmente contra los patógenos externos.

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