Ojalá te hables con más ternura
Ojalá te hables con más ternura.
Ojalá dejes de exigirte ser fuerte todo el tiempo.
Ojalá entiendas, de verdad, que tú no eres tu error, ni tu miedo, ni ese día que no salió como esperabas.
Eres mucho más que eso.
Eres cada vez que te levantaste aun sintiéndote al límite.
Eres todo lo que sostienes en silencio.
Eres cada pequeño gesto de amor que ofreciste sin que nadie te lo pidiera.
Eres luz, incluso cuando no lo ves.
Y no, no hace falta que los demás lo reconozcan.
Con que tú lo veas, es suficiente.
Porque el amor propio no se impone.
El amor propio sostiene. Acompaña. Permite descansar.
Y tú te mereces eso.
Sostenerte. Cuidarte. Empezar a tratarte con más respeto, también desde el cuerpo.
Muchas veces creemos que el cuerpo solo está ahí para “aguantar”.
Aguantar el ritmo, el cansancio, el estrés, las emociones.
Pero el cuerpo también necesita ser escuchado. Ser cuidado.
Porque es desde ahí —desde dentro— que empieza cualquier cambio profundo.
En la quiropráctica trabajamos precisamente eso: ayudarte a reconectar con tu cuerpo y con tu sistema nervioso para que puedan adaptarse mejor a la vida.
No hablamos solo de síntomas. Hablamos de equilibrio, de presencia, de vitalidad.
Cuando tu sistema nervioso funciona mejor, tú funcionas mejor.
Y desde ahí, puedes empezar a vivir de otra manera.
Quizá no sea casualidad que estés leyendo esto.
Quizá sea el momento de empezar a cuidarte distinto. Más en serio. Más desde dentro.
Carmen
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