Nuestro cuerpo necesita colesterol para funcionar

Debido a las continuas advertencias de anuncios publicitarios sobre el peligro que corre nuestra salud cuando aumenta el colesterol, la mayoría, ante la duda, prefiere tener un nivel bajo de colesterol. Y no es raro que personas completamente sanas vigilen de todos modos lo que comen, evitando el colesterol que se encuentran en los alimentos ricos en grasas saturadas como el huevo, carnes rojas, mantequilla, nata, etc.

A este mito se han opuesto algunos médicos como el Dr. Michel de Lorgeril o el profesor Philipe Even, autor de un centenar de artículos científicos internacionales y de varios libros, además de profesor en la Universidad París Descartes,  conocido por sus posturas críticas hacia la industria farmacéutica. Ambos afirman que el colesterol no es la causa de las enfermedades coronarias y que las estatinas (medicamentos utilizados para reducir de forma artificial los niveles de colesterol en sangre) provocan por lo general más daño que beneficio.

El colesterol es esencial para una vida saludable. No es un enemigo de nuestro cuerpo, al contrario, es el mejor aliado de su salud. 

Así lo explica el doctor Philippe Even en la edición de “Le Nouvel Observateur” del 14 de febrero de 2013:

“El colesterol es la más noble, quizá la más bella e indispensable de nuestras moléculas. Ha desempeñado y desempeña un papel crucial en la evolución de la vida en la Tierra y en la protección de nuestras células contra el oxígeno, que tiende a quemarlas. A día de hoy, garantiza la solidez de las membranas de nuestros miles de millones de células, en concreto de las musculares, las cardiacas y las nerviosas. Permite la estabilidad de los receptores hormonales, inmunológicos y neurológicos”.
Y continúa explicando: “Sin colesterol no hay receptores, ni señales, ni comunicación entre las células. El colesterol es también un conductor de las grasas, pero no es grasa en sí mismo. También es la fuente de la cortisona, de la hormona del estrés, de todas las hormonas sexuales masculinas y femeninas, y de la vitamina D, que protege nuestro esqueleto. Además, es la molécula más difícil de producir, ya que precisa de 36 fases químicas consecutivas: una labor de orfebrería”.
Y, en efecto, el colesterol es necesario para nuestras hormonas. Sin colesterol, no hay hormonas sexuales. Y no olvidemos que el colesterol no crece en los árboles ni en las plantas; sólo se encuentra en los alimentos de origen animal. Abunda en los alimentos como el caviar, las ostras, las carnes rojas, el hígado y el resto de vísceras, la nata y la mantequilla… por eso se considera que estos alimentos proporcionan fuerza y fertilidad.

Gracias a un estudio publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal, sabemos que la aptitud de controlar el nivel de colesterol, a priori prudente y razonable, por el contrario podría ser peligrosa.

Este estudio, realizado en personas que nunca habían sufrido un accidente cardiovascular o cerebrovascular, fue realizado en grupos de ensayos clínicos, a quienes se les disminuyeron los niveles de colesterol mediante la toma de medicamentos o bien a través de cambios en la dieta y fueron comparados con un grupo control que no había introducido ninguno de esos cambios en la dieta ni tomado medicamentos.

El estudio concluyó que las personas que redujeron su nivel de colesterol:

  • tenían el mismo riesgo de fallecer por cualquier causa.
  • el riesgo de fallecer por una enfermedad del corazón era el mismo.
  • el riesgo de fallecer por un cáncer era un 43% superior.
  • y el riesgo de fallecer en un accidente por muerte violenta o suicidio era un 76% mayor.

Y si esto es cierto… ¿por qué los medios de comunicación no le han dado la más mínima difusión?  ¿Por qué esto no se estudia en la facultad de medicina? Es un misterio. ¿Por qué un estudio que revela que las personas que nunca han sufrido un accidente cerebrovascular no tienen que preocuparse de reducir los niveles de colesterol y mucho menos tomar medicamentos contra el colesterol, acaso la industria farmacéutica tiene algún interés en ello? Saquen sus propias conclusiones.

Las membranas de las células dependen de las grasas saturadas para su estructura, y los ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6 para su flexibilidad. Ambos son necesarios para que la membrana pueda hacer penetrar los nutrientes, pero también para bloquear las toxinas. Los ácidos grasos trans que se encuentran en ciertos alimentos industriales vuelven la membrana rígida, mientras que los ácidos grasos poliinsaturados de los aceites líquidos la vuelven blanda.
Al no ingerir las cantidades adecuadas de grasas saturadas, el cuerpo fuerza al colesterol a penetrar en la membrana para salvar la vida de la célula, disminuyendo de este modo el total de colesterol. Lejos de ser beneficioso, provoca un estado de emergencia: cuando hay que usar el colesterol para mantener la integridad de las células, deja de estar disponible para producir hormonas.

Por lo tanto, es recomendable segir una dieta sana, variable y equilibrada. Y no tengan miedo a las grasas saturadas. La ciencia dice que son necesarias. 

Fuentes: www.solucionesnaturales.es
www.saludnutricionbienestar.com

 

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