Por qué decir “¡Cálmate!” no calma – y qué hacer en su lugar

Vivimos en un mundo que se mueve rápido, que exige, que empuja. Y muchas veces, cuando alguien (o nosotros mismos) se desborda emocionalmente, lo primero que sale es ese clásico: “¡Cálmate!”.
Pero… ¿te has dado cuenta de que no funciona? (¡Quizás incluso tú mismo hayas experimentado esto!
No porque no queramos calmarnos, sino porque no podemos hacerlo por orden mental; no se trata de falta de voluntad, sino de fisiología.
El cuerpo no se resiste. El cuerpo responde.
Desde nuestra mirada quiropráctica, sabemos que tu sistema nervioso es el puente entre la vida y tu experiencia.
Cuando percibe peligro (real o imaginado), entra en modo protección: lucha, huida o congelamiento.
No elige “estresarse” – simplemente hace lo que fue diseñado para hacer: protegerte.
El problema aparece cuando ese modo protección se queda activado más tiempo del necesario. Entonces, el cuerpo vive en tensión, la mente se acelera, y nos desconectamos de la calma y de la conexión que tanto anhelamos.
“Cálmate” no ayuda porque no habla el idioma del cuerpo
Cuando le decimos a un niño (o a nosotros mismos) “¡Cálmate!”, lo que hacemos es pedirle al sistema nervioso que piense su salida de un estado fisiológico.
Pero el cuerpo no entiende órdenes verbales; entiende señales de seguridad.
El Dr. Stephen Porges, creador de la Teoría Polivagal, nos muestra que el sistema nervioso tiene distintos “circuitos”:
El del miedo y la defensa (lucha o huida).
El de la desconexión (congelamiento).
Y el del compromiso social: donde el cuerpo se relaja, la voz se suaviza y el corazón se abre a la conexión.
La buena noticia es que podemos ayudar a nuestro cuerpo – y al de nuestros hijos – a volver a ese circuito de conexión y calma.
Y la clave no es “controlar”, sino regular.
La magia de la co-regulación
Los niños no aprenden a autorregularse escuchando “¡tranquilo!”, sino sintiéndote tranquilo a ti.
Tu sistema nervioso es tu referencia: si tú te calmas, ellos sienten seguridad. Si tú respiras, ellos respiran contigo.
La co-regulación es la forma más profunda de amor y de presencia.
Cuando un niño está alterado, su cuerpo está pidiendo ayuda, no reprimenda.
Tu calma no solo “acompaña”, sino que literalmente cambia su fisiología.
Tu tono de voz, tu mirada, tu ritmo al moverte – todo comunica seguridad o amenaza.
Cómo puedes ayudar (a ti y a tus hijos) a regular el sistema nervioso
No se trata de “forzar la calma”, sino de invitarla.
Aquí algunas prácticas simples que puedes usar en cualquier momento:
El Cuidado Quiropráctico
Para una buena regulación, se requiere una buena conexión entre el cerebro y el cuerpo, con una comunicación óptima. Esta conexión se produce a través de los nervios. La quiropráctica se especializa en detectar dónde la comunicación no fluye (subluxaciones) y ayudar al cuerpo a restaurar (ajustes). El cuidado quiropráctico es, sin duda, la forma más eficaz de ayudarle a regularse mejor.
Suspira o tararea
El sonido activa el nervio vago, ayudando a que el cuerpo sepa que está a salvo.
Presiona tus manos entre sí o abraza tu propio cuerpo
El contacto firme y consciente manda señales de contención y seguridad.
Nombra tres cosas que ves, escuchas o sientes
Esto ancla tu atención en el presente y saca a tu sistema del estado de amenaza.
Respira lento y profundo
No para “calmarte”, sino para decirle a tu cuerpo: “Estoy aquí, y estamos a salvo”.
Busca conexión antes que corrección
Cuando tu hijo está alterado, no necesita un sermón, sino tu presencia segura.
El poder de un sistema nervioso regulado
En Quiropráctica Badalona, trabajamos cada día con familias que desean vivir con más conexión, vitalidad y calma.
Nuestro enfoque neurológico busca liberar interferencias en el sistema nervioso para que el cuerpo pueda volver a su ritmo natural de regulación.
Cuando tu sistema está en equilibrio:
Tu mente piensa con claridad.
Tus emociones fluyen sin desbordarse.
Tus relaciones se vuelven más ligeras y auténticas.
Tu cuerpo se siente vivo, abierto y seguro.
En resumen
“Cálmate” no calma, porque la calma no se ordena.
Se cultiva. Se siente. Se contagia.
Comienza contigo.
Regula tu respiración, tu tono, tu presencia.
Y verás cómo, poco a poco, los demás – tus hijos, tu pareja, incluso tu entorno – responden a tu nueva frecuencia.
Porque un sistema nervioso regulado no solo sana: inspirar calma también es cuidar.
Y de esta manera estarás mejor encaminado hacia tu mejor vida.
Para eso estamos aquí.
Equipo Pura Vida Badalona



Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!